Angeles y Arcángeles
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  EL ANGEL DESDE EL GENESIS HASTA BOSSUET  (2/4)

Es necesario anotar también que el conocimiento y la meditación de los misterios del Ser y del cosmos no son solamente un ejercicio intelectual, ni una fuente de delectación o de reglas de acción, sino, sobre todo, un principio de salvación. Es la doctrina de la Gnosis, mezclada a menudo con tendencias sincretistas y que afecta tanto a los fieles de los dioses del panteón grecorromano como a los sectadores de las religiones astrales de Oriente, a los judíos y a los cristianos. Un "pagano" como Porfirio, alumno y editor de Plotino, un judío como Filón de Alejandría (maestro de Orígenes), representan ese gnosticismo, alrededor del que se concretiza una vaga y provisoria síntesis espiritual en el marco del Oriente mediterráneo. Los unos y los otros confieren un lugar importante a los ángeles en sus consideraciones sobre la organización del mundo.

Para Filón , los ángeles, inteligencias puras, son los sacerdotes de ese templo que es el cosmos; imágenes de Dios, que se asimilan a formas humanas resplandecientes para manifestar la voluntad de Dios. 

Pero no hay diferencia fundamental de naturaleza entre los ángeles, almas incorpóreas diseminadas en el aire y Dios mismo. Otros textos gnósticos muestran un Dios único del que procede una jerarquía de ángeles que participan en la creación y entre los cuales se encuentra Cristo, despojado de su divinidad. 

En medio de esta confusión creadora, la doctrina cristiana se impone por la fuerza. San Ireneo recuerda que los ángeles han sido creados en el verbo al que le deben sumisión, que son de naturaleza espiritual, lo cual constituye una de las pruebas de su inferioridad con relación a Cristo, que los misterios les son revelados pero que no pueden verlos por si mismos. 

Orígenes encuentra un paralelismo entre la jerarquía de los ángeles y la de la Iglesia. Hay una  Iglesia de los ángeles y una Iglesia de los hombres. Los ángeles están en todas partes, vigilan el  funcionamiento de la naturaleza. Respirar es festejar a los ángeles del Aire. Los humanos tienen  su ángel guardián, según sus méritos. 

Los autores subrayan dos puntos importantes que se instituyen definitivamente: Los ángeles,  subordinados a Cristo, misteriosos, están cerca de los fieles y han sido creados "ad ministerium" es  decir, para el servicio de Dios. Comienza así a hablarse del culto de los ángeles, ya que se trata  de una forma de veneración y no de la adoración reservada únicamente a Dios . 

San Agustín, para evitar todo desvío, se oponía a que se les dedicaran iglesias a los ángeles. 

Surgen interrogaciones, sin encontrar respuesta clara, sobre la diferencia entre las diversas clases  de ángeles. Incorpóreos en comparación con los hombres, pero materiales en comparación con  Dios, son "espíritus" . San Agustín logra un cambio importante transfiriendo el centro de interés  establecido desde San Pablo. Se discute sobre la naturaleza de los ángeles, la teología de los  ángeles, el problema del conocimiento, es decir, el poder de aprehender a Dios, cuyo Verbo es  Luz. Los ángeles, creados con la luz es decir el día segundo, participan de la luz eterna en la cual  ven la creación bajo las tres formas del saber, saber de la mañana (las cosas en si mismas), saber  del día (las cosas en el Verbo, antes de su creación), saber de la tarde (las cosas en el Verbo,  después de su creación). Este pensamiento será la base de la escolástica medieval. 

La última síntesis entre la herencia de la Escritura, interpretada par los Padres de la Iglesia, y la  tradición neoplatónica culmina en la obra del misterioso Dionisio que podemos situar hacia el año  500, asimilada, en el imaginario del Medioevo al Dionisio, transformado por la prédica de Pablo en  Atenas (Hechos de los Apóstoles, 17, 34) y llamado por esta razón el seudo-Dionisio del Areópago. 

En la concepción del mundo de dicho "Griego de Oriente", los ángeles ocupan un lugar  intermediario entre Dios, conocido por la teología, y la Iglesia, que encarna la enseñanza de la  teología sobre esta tierra. Los seres están organizados en "jerarquías", es decir, en el sentido  estricto, en potencias sacerdotales de meditación y de participación en lo divino. Dionisio define la  jerarquía como un orden santo, un saber y un acto lo más cercanos posible de la forma divina,  imitando a Dios, a la medida de las iluminaciones divinas. La razón de ser de la jerarquía es  conferirles a las criaturas, tanto como sea posible, la semejanza divina, ya que ella misma es una  imagen de las "realidades simples e inefables" y unirlas a Dios. 

La jerarquía se ordena según una concepción lineal y se reparte en tres órdenes, cada uno  formado por tres coros. El orden superior de la jerarquía de los ángeles está compuesto por  serafines (referencia: Isaías, 6, 2), querubines (Génesis, 3. 23-24, y Ezequiel) y tronos (ligados a  las ruedas del carruaje que conduce la majestad de Dios, (Ezequiel, 1,13, 19 en 15, 21, y  Apocalipsis 4, 6). Participan de la verdad divina y la transmiten a los seres inferiores. 

 El orden intermedio está formado por los dominios ("desean el verdadero dominio y el principio de toda dominación"), virtudes ("coraje viril e inflexible") y potestades ("vigilan los confines celestes"). Este orden recibe su luz del orden superior. 

En fin, el tercer orden compuesto por principados (protectores de la religión, de las ciudadelas y de los pueblos), arcángeles y ángeles, que transmiten al hombre la revelación divina. 
La noción de iluminación está en el centro de esta doctrina. El conocimiento es siempre una forma de participación en la luz de Dios. Esta doctrina, que tiende un puente entre las especulaciones de la angelología y la vida espiritual del cristiano. podía, evidentemente. conducir a confusiones peligrosas. Por esta razón el concilio de 553 se preocupa por mantener la separación estricta entre Cristo, los ángeles y los hombres. Y el segundo concilio de Nicea, en 787, sostiene que el carácter incorpóreo de los ángeles no es absoluta. Es la teoría de la "circunscripción". es decir, del espacio limitado, ocupado por el ángel. cuya representación resulta, entonces, legítima. 

Gracias a la traducción en Latín, terminada en 860), por Juan Escoto Erigena, la obra del seudo-Dionisio resulta accesible al mundo occidental, y podrá ser asimilada por la teología medieval dentro de los marcos trazados definitivamente por el IV concilio de Latran en 1215: Dios ha creado los ángeles, criaturas espirituales, incorpóreas, invisibles e inmortales (se abandona la teoría de la emanación para privilegiarla de la creación); este acto ha sucedido en el tiempo, las criaturas han sido creadas buenas. 

La más importante reflexión, entre las clásicas de la escolástica del siglo XIII, es, sin duda, la de San Buenaventura. En su calidad de franciscano, podía ser particularmente sensible a la piedad de San Francisco de Asís y a la visión seráfica de la Verna. Adaptando la teoría de Dionisio sobre las jerarquías, distingue tres actos: purificación, iluminación y perfección, que corresponden a las propiedades del Espíritu, el Hijo y el Padre respectivamente y, en los ángeles, a la actividad, el saber y la potestad. A esta organización del mundo angélico corresponde su visión de la Trinidad y del alma humana. El alma es un espejo de la vida divina y del mundo angélico; los cielos están presentes en ella. Convirtiéndose en una imagen cada vez más fiel de la Trinidad, el alma se compromete en una relación más estrecha con los ángeles, cuyo último orden toca directamente al hombre para revelarle la luz espiritual recibida de los órdenes superiores. Es en este orden inferior cercano al hombre que se encuentra el ángel guardián que cuida a cada hombre y al que San Buenaventura atribuye doce misiones (regañar, perdonar, enseñar, proteger, revelar, colmar, acompañar, ayudar, orar, etc.). 

La doctrina de Santo Tomás de Aquino no difiere mucho de la de San Buenaventura. Su problema esencial es la metafísica del ser; los ángeles son seres creados puramente espirituales. sus facultades son también puramente espirituales (inteligencia y voluntad). En Tomás de Aquino se adivina cierta insistencia por establecer una distinción fundamental entre los hombres y los ángeles, sin duda como reacción contra la propagación en las universidades de la doctrina neo aristotélica de Averroes, según la cual las capacidades de conocimiento del hombre son transferidas a "inteligencias celestes", que se asemejan mucho a los ángeles . En cuanto a la jerarquía, esta se define para él según el grado de universalidad de su poder de conocimiento. "y así ordenados, hacia arriba miran / abajo influyen, y hacia Dios llevados / unos a otros con amor se tiran. / Dionisio, con ardor, en sus dictados / al contemplar este orden angelorio / como yo los distingo, están nombrados. 

En el canto XXVIII, 127-132 del Paraíso, Dante recuerda que su Divina Comedia es el resultado último del pensamiento de la Iglesia sobre los ángeles, desde las "jerarquías" de Dionisio Areopagita. Beatriz explica a Dante la creación de los nueve coros de los ángeles: "No por hacer de bien mayor aquisto, / que posible no es, pues sus fulgores / pueden al esplendor, decir subsisto, / El, en su eternidad sin precursores, / como  de los tiempos fuera, /vertió su eterno amor en nueve amores" (Paraíso, XXIX, 13-18). 

 Beatriz intenta enseguida mostrarle que el número de ángeles va más allá de toda concepción humana: "Esta natura angélica se aumenta / si más y más se sube, y no hay locuela / que con lengua mortal pueda dar cuenta. / Al recordar lo que Daniel revela, verás que en sus millares de millares, / determinado número se cela." (XXIX, 130-135 ). 

Al término del viaje de iniciación, él ve los colores maravillosos de los ángeles: "Eran sus rostros como llama viva, / sus alas de oro, y lo demás tan blanco, / que ni la nieve tal blancura arriba;" (XXXI, 13-15);  y la dicha de contemplarlos: "y tendiendo sus alas a esa parte, / ángeles mil. festejan sus encantos. / distinto cada cual en brillo y arte; " (XXXI, 130-133). 

Los sermones teológicos del siglo XIII y la Divina Comedia marcan el apogeo de la elaboración doctrinal y poética de la cultura medieval en materia de angelología, y de las reflexiones sobre el lugar de los ángeles en la creación, su función en la economía de la salvación y sus relaciones con los hombres. Las etapas ulteriores de la preocupación por los ángeles no aportan innovaciones fundamentales.  

 
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