ADELA ZAMUDIO (1854 - COCHABAMBA -1928)
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NUBES Y VIENTOS |
Del sol del verano Los rayos de fuego |
calcinan la tierra, |
Las horas transcurren y en lenta agonía |
se abraza y consume la mustia pradera. |
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En la árida playa del próximo río |
tan sólo hay enjutas y ardientes arenas; |
vapores que se alzan de un fétido estanque, |
brillando a lo lejos titilan y tiemblan. |
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En todo el espacio que abarca la vista |
ni un alma se mueve, ni un eco resuena. |
Que paz y que tedio! solemne el paisaje |
de un gran cementerio la calma remeda. |
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De pronto en la línea del ancho horizonte |
blanquísima nube surgiendo ligera |
se agranda, se extiende, y en pocos instantes |
entolda la esfera. |
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La atmósfera ardiente palpita de gozo |
y el leve murmullo de brisa indiscreta |
en prados y bosques esparce el anuncio |
de próxima fiesta. |
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La anuncian distantes Los ecos confusos |
del viento que vuela; |
sutil, diligente, retoza en el prado, |
se lanza a la aldea, |
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Recorre Las calles, tropieza en Los muros, |
sacude Las puertas, |
y en calles y prados exclama triunfante: |
Ya vienen ! Ya llegan! |
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Y plantas y flores sacuden el polvo |
y al goce se aprestan, |
y en tanto, en la nube que entolda el espacio |
retumba la orquesta. |
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Turbión de agua y viento que anubla el paisaje |
con loco algazara chillando se acerca |
y al soplo pujante se agita confusa |
la vasta pradera. |
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Turbión de agua y viento que arrastra en sus giros
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ramajes y flores, guijarros y arenas, |
y en pocos instantes, sembrando el desorden, |
transforma la escena. |
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Flexible y gozosa se entrega a su impulso |
la inquieta arboleda, |
y molles y sauces ensayan la danza |
tendida a Los aires la gran cabellera. |
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Los troncos añosos, el bárbaro empuje |
resisten apenas |
con secos gruñidos, de bosques y prados |
la suerte lamentan: |
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Pared piedrecillas de la árida playa, |
sabeis, revoltosas, a dónde se os lleva? |
queréis ver mañana cubierta de escombros |
la hermosa pradera? |
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Las flores que al borde del fétido estanque |
lucieron sencillas su blanca inocencia |
qué harán si ese fango se agita y rebosa |
de miasmas malsanos llenando la senda? |
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Al ave que el nido colgó de la rama |
que suerte le espera? |
Qué hacéis, insensatos, trastorno y desorden
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sembrando doquiera? |
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Y el viento, aturdido, con risa estridente |
responde a sus quejas; |
y en tanto en la nube que entolda el espacio |
retumba la orquesta. |
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La danza prosigue. Mil gritos de orgía |
se apagan por grados... La noche comienza... |
y el campo, cubierto de fango y destrozos, |
se envuelve en tinieblas. |
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Qué fue de las aves, qué fue de las flores,
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qué fue de la hermosa, fecunda pradera?... |
Tras noche de horrores se ve como siempre |
surgir la mañana brillante y serena. |
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Vistiendo ropajes de frescos matices |
las ramas se cubren de brotes y yemas, |
el campo renace luciendo sus galas, |
sus galas eternas! |
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Tal es oh misterio! la ley de la vida |
que todo renueva, |
que el viento y la nube son fuerzas que a un tiempo |
destruyen y crean. |
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Mas ay! que esa aurora transcurre cual otras, |
la pálida tarde de nuevo se acerca |
y exhala en el fango confusos gemidos |
el alma doliente de flores ya muertas. |
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Vosotras que, erguidas, alzáis a los cielos |
la frente serena |
sabéis por ventura lo que es la existencia? |
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Ah! triste el destino que cupo a las flores |
Felices las piedras, |
felices las rocas que ignoran la vida |
que sienten apenas. |
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También cual vosotras ufanas un día |
pasamos las horas forjando quimeras; |
mas ahora... que somos? despojos humildes |
que abonan el surco que el germen sustenta. |
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Brotar de la nada, sentirse inmortales, |
soñar unas horas... volver a la tierra... |
Oh ley misteriosa! continua mudanza, |
cuál es tu grandeza? |
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Si el íntimo anhelo, perfume del alma |
que sube a la esfera, |
no alcanza otra vida; si sólo es engaño, |
si sólo es quimera, |
maldita mil veces! oh madre! oh Natura! |
maldita mil veces tu vana tarea! |
NACER HOMBRE |
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Cuánto trabajo ella pasa |
Por corregir la torpeza |
De su esposo, y en la casa, |
( Permitidme que me asombre). |
Tan inepto como fatuo, |
Sigue él siendo la cabeza, |
Porque es hombre! |
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Si algunos versos escribe, |
De alguno esos versos son, |
Que ella sólo los suscribe. |
(Permitidme que me asombre). |
Si ese alguno no es poeta, |
Por qué tal suposición |
Porque es hombre! |
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Una mujer superior |
En elecciones no vota, |
Y vota el pillo peor. |
(Permitidme que me asombre). |
Con tal que aprenda a firmar |
Puede votar un idiota, |
Porque es hombre! |
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El se abate y bebe o juega. |
En un revés de la suerte: |
Ella sufre, lucha y ruega. |
(Permitidme que me asombre). |
Que a ella se llame el "ser débil" |
Y a él se le llame el "ser fuerte". |
Porque es hombre! |
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Ella debe perdonar |
Siéndole su esposo infiel; |
Pero él se puede vengar. |
(Permitidme que me asombre). |
En un caso semejante |
Hasta puede matar él, |
Porque es hombre! |
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Oh, mortal privilegiado, |
Que de perfecto y cabal |
Gozas seguro renombre! |
En todo caso, para esto, |
Te ha bastado |
Nacer hombre. |
iQUO VADls? |
Sola, en el ancho páramo del mundo, |
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Sola con mi dolor, |
En su confín, con estupor profundo |
Miro alzarse un celeste resplandor: |
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Es El! Aparid6n deslumbradora |
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De blanca y dulce faz, |
Que avanza, con la diestra protectora |
En actitud de bendid6n y paz. |
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Inclino ante El mi rostro dolorido |
Temblando de ternura y de temor, |
Y exclamo con acento conmovido: |
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-¨A d6nde vas, Señor? |
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- La Roma en que tus mártires supieron |
En horribles suplicios perecer |
Es hoy lo que Los césares quisieron: |
Emporio de elegancia y de placer. |
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Alli está Pedro. El pescador que un día |
Predicó la pobreza y la humildad, |
Cubierto de lujosa pedrería |
Ostenta su poder y majestad. |
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Feroz imitador de Los paganos, |
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El Santo Inquisidor |
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Ha quemado en tu nombre a sus hermanos... |
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¨A dónde vas, Señor? |
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Allá en tus templos donde el culto impera |
Oué hay en el fondo? O lucro o vanidad. |
Cuán pocos son los que con fe sincera |
Te adoran en espíritu y verdad! |
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El mundo con tu sangre redimido, |
Veinte siglos después de tu pasión, |
Es hay más infeliz, más pervertido, |
Más pagano que en el tiempo de Nerón. |
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Ante el altar de la Deidad impura, |
Huérfana de ideal, la juventud |
Contra el amor del alma se conjure |
Proclamando el placer como virtud. |
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Las antiguas barbaries que subsisten, |
Sólo cambian de nombre con la edad; |
La esclavitud y aun el tormento existen |
Y es mentira grosera la igualdad. |
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Siempre en la lucha oprimidos y opresores! |
De un lado, la fortuna y el poder, |
Del otro, la miseria y sus horrores; |
Y todo iniquidad... Hoy como ayer. |
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Hoy como ayer, Los pueblos de la tierra |
Se arman para el asalto y la traición, |
Y alza triunfante el monstruo de la guerra |
Su bandera de espanto y confusión. |
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Ciega, fatal, la humanidad se abisma |
En Los antros del vicio y del error. |
Y duda, horrorizada de sí misma... |
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¨A dónde vas, Señor? |