RICARDO MUJIA (1861- SUCRE -1934) |
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LA CREACION DE BOLIVIA |
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Fragmentos del canto lírico en el Centenario de la
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República, |
6 de agosto de 1925 |
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Cuando en el campo de Ayacucho un día |
Extinguióse el fragor de Las batallas, |
Quedaron libres el Perú y Colombia |
Y en cimiento granítico afirmada |
La libertad de Chile y Los destinos |
De Las bellas repúblicas del Plata. |
Solamente en el seno |
Del Nuevo Mundo un corazón sangraba. |
Era el inmenso corazón herido |
De Los pueblos ind6mitos de Charcas. |
Entre sus riscos, en sus hondos valles, |
En Las enhiestas cimas escarpadas, |
Luchaban Los audaces guerrilleros |
Contra la valerosa hueste hispánica, |
Que allí encontró el asilo más seguro
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Para fortalecer su fe en Las armas, |
Lugar propicio para alzar trincheras |
Y sostener el trono del Monarca... |
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Entonces, Sucre, rayo desprendido |
Del sol de Las victorias, que |
irradiara En Pichincha, en Junin y en Ayacucho, |
Rayo de luz, de Gloria, de Esperanza; |
Del cerebro del dios americano Nacido, |
como Palas. |
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Del cerebro de Júpiter Tonante, |
Para infundir serenidad y calma, |
Fuerza y virtud al pueblo combativo |
Sucre, el Mesías de Las nuevas Patrias |
Surgió en Las sombras de tamaña angustia |
Y ante el brillo fulgente de su espada |
Se disiparon ellas, fugitivas, |
Como la noche, cuando el día avanza. |
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El lago transparente de Los Incas |
"Es el!" clamo, cuando sus linfas dares |
Cruzó, como Jesús el Tiberiades |
Aquel ser de conciencia inmaculada. |
E1 Mururata y el lllampu altivos |
Y el lllimani, en cuya cima blanca |
Deja el sol, al morir, su postrer beso |
Desprendiendo Las raudas cataratas |
De sus nieves eternas, exclamaron: |
"Es el, es el". Las nubes agrupadas |
Deshilaron Las perlas de sus túnicas |
Para tejer el IRIS, cuyas franjas |
De color de oro, de color de sangre |
De color de Los bosques de esmeralda, |
Parecían formar una bandera, |
Que, viendole llegar, le saludaban! |
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"Es el" gritaba el cóndor, desplegando |
Su ala pujante, como un ave heráldica, |
Que siente la ansiedad de suspenderse, |
Para elevar al cielo sus nostalgias, |
Para saciar su angustia de infinito |
sobre el dolor de la miseria humana! |
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Fue uno solo el latido de Los pechos |
Uno solo el anhelo de Las almas |
Cuando el Gran Mariscal, par vez primera |
Posó la firma planta |
En Los dominios de la Real Audiencia |
De Charcas, tierra que también llamaban |
Alto Perú, par Las andinas cumbres |
Que cierran horizontes con su audacia |
Y que esparcen sus cúpulas de nieve |
Lo mismo que un collar que se desgrana. |
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Y el alma de aquel astro |
Como un efluvio penetró en Las almas: |
"Fijad vuestros destinos! |
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El Pueblo es soberano! El Pueblo manda!" - |
Así vibró su voz y en Las conciencias, |
Como una flor, se abrió la Democracia! |
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Y en este pueblo que hay se nombra SUCRE, |
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Aquí, donde el Monarca estableciera |
"La Audiencia Real de Charcas", renombrada |
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...... |
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Tronó el grito primer que despertara |
A Los pueblos de América, clamando |
Independencia! Libertad y Patria! |
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Y proclamaron libre, para siempre, |
El solar de la tierra Alto-Peruana! |
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"Aquí fue", dice nuestra gesta heroica.
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"Aquí nació una patria" |
Dirá también la Historia, cuando el tiempo,
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Borrando nombres e inscripciones vanas, |
Levante la Verdad de entre Las ruinas |
A1 pedestal de eternas as enseñanzas ! |
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TOMA MI ALMA |
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Toma mi alma, Se¤or! La ves enferma |
de nostalgia incurable: |
Recibela, Señor! y hay que se duerma. |
Toma mi alma! La caja que la encierra |
ya está vieja, y el frio la ha rajado; |
cubierta de miserias de la tierra, |
su aspecto causa pena o desagrado... |
Dentro de ella, la pobre prisionera |
se asoma a las rendijas, para ver fuera |
quien lanza al viento, doloridas notas, |
y mira... que se fue la Primavera, |
y que sobre la nieve, una quimera |
va agonizando, con las alas rotas... |
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Toma mi alma, Señor! Si nada espera: |
si el amor la rechaza; si la arroja |
la Fortuna con rudos empellones |
a la miseria, al lodo, a la impureza, |
y si no hay quien la acoja, |
que hará de sus postreras ilusiones |
que tiritan de frio y de tristezas? |
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Deténla en el camino... Toma mi alma, Señor!
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ya es débil hoja que arrastra del dolor el |
torbellino... Haz de ella lo que quieras... |
cualquier cosa...! algo que ruegue, y que |
rogando llore... una gotita de agua, que se dore |
con el sol, en el seno de una rosa... el beso, que |
una estrella fugitiva deje en la linfa azul de la |
laguna... Una caricia pálida de luna sobre una |
frente mustia y pensativa... |
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Roto caudal de bruma, que se pierde en vaga |
lontananza... Impalpable caricia de la espuma... |
Manto suave... soplo de esperanza... Huella de |
mariposa en la olvidada flor de Las praderas... |
Haz de mi alma, Señor, lo que Tú quieras! Haz
de |
ella. . . lo que quieras... cualquier cosa...! |