LA ESTETICA DE JORGE RUIZ

La estética de Ruiz se ha inscrito claramente en el marco del lenguaje cinematográfico convencional. Lo que hace es aplicar con desusado talento, las leyes tradicionales del montaje. Para capturar a plenitud el imponente paisaje de la altiplanicie, apelo a prolongadas panorámicas. Recurrió a menudo a recursos ópticos de transición y usó con frecuencia el blash back.

Cauteloso en cambio para el close-up extremo, lo usó con estrictez funcional, no por simple retratismo. Prefirió los planos medios y largos, haciendo gala de refinado sentido del ritmo y la composición. Combinó tomas de "zoom"y de dolly, incluyendo impecables travelings con encuadres de cámara subjetiva y ocasionalmente hizo concesiones monumentalistas al ángulo bajo. Manejó lo menos posible a sus actores, prefirió los escenarios naturales. Dotado de una gran sensibilidad de la continuidad y de la concordancia de imagen y sonido, presidió siempre la compaginación de sus filmes, valiéndose a menudo del montaje paralelo. En fin no hay recurso conocido que él no haya manejado con soltura y acierto. Sólo se le ha criticado, a veces, un recargo innecesario de palabras sobre imágenes de por sí poderosas, especialmente en casos de narración por voz en off. Esa cierta exhuberancia verbal resulta empero pecado venial frente al lucido conjunto de su estilo.

Cerca de un veinte por ciento del total de su producción, que incluye hasta noticieros y cunas publicitarias, corresponde a películas hechas por él fuera de Bolivia, principalmente en Ecuador, pero también Perú, Chile, Argentina y hasta en Guatemala. Ruiz es así el director fílmico boliviano que más realizaciones tiene en el exterior.