MELCHOR PEREZ  DE HOLGUIN
 
                                    
San Mateo
  
San Mateo, Melchor Pérez de Holguín, 1724
  
 
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Potosí en el siglo XVII se convierte en el centro más importante de la actividad económica. social y cultural de toda América. 

La pintura como una de las manifestaciones importantes se desarrolla con el apoyo de los acaudalados mineros y el impulso de reconocidos artistas como Francisco López de Castro y Francisco Herrera y Velarde.  

Los dos maestros son los iniciadores de la Escuela Potosina.  

Junto a Herrera y Velarde se formó el más grande de Charcas  Merlchor Pérez Holguín  llamado el Brocha de Oro, por su alta calidad artística.  

Oriundo de Cochabamba. nacido alrededor de 1660, firma su primer cuadro en 1687, aunque hay constancia de que nueve años  antes ya tenía montado su taller  en Potosí.  

La obra de Holguín  se puede seguir paso a paso hasta 1724  que firma  su última  serie de los evangelistas.  

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este renombrado pintor no salió de Potosí, aunque sus obras se hallan en el interior y exterior de Bolivia.  

Su estilo es admirado.  

He aquí una valoración: “Uno de los valores interesantes en el maestro potosino es la creación de un mundo pictórico peculiar. 

Era difícil en el siglo XVII, por una tradición cerrada y sobre todo por la copia de modelos, sacar productos personales. Pese a ello, Holguín ha logrado tipificar todos los personajes que traslada al lienzo. Sea por devoción imperante, o por gusto personal.  

La mayor parte de la obra de Holguín representa ascetas o místicos. El asceta de rostro duro en el que se acentúan entrecejos, orbital. maxilares, narices afiladas y sobredibujo de la red circulatoria. Los místicos, en cambio, de tez más suave apenas conservan el hundimiento orbital y una tenue palidez. 

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La Sagrada familia
  
La Sagrada Familia  Melchor Pérez de Holguín, 1717
  
 

"En el conjunto de la obra de Holguín lo que llama la atención es  su composición y el achatamiento de su mundo y sus figuras. Es ese achatamiento. ese enanismo, a veces llevado hasta lo inverosímil, lo que le da fuerza a su pintura y a su afirmación plástica. No podía darse en otra parte del mundo esa estilización pictórica, sino precisamente en este territorio duro, rodeado de altas cumbres. donde soplan los vientos y donde la vida. se 
refugia en sus formas más elementales. El hombre se siente. aquí abrumado por la naturaleza, por su  hostilidad, por su magnitud y entonces se siente pequeño, se achica y se refugia en lo recóndito del espíritu. solo frente a Dios y a su tremenda magnificencia expresada en la creación".  

En lo que corresponde a la producción holquinesca se ha reconocido tres etapas.  

La primera se caracteriza. por los colores grises y los temas de frailes y ascetas; la segunda con grandes composiciones ya sean religiosas o acontecimientos civiles y la última donde domina en forma excepcional la luz y el color.  

La Casa de Moneda conserva la colección más grande de Melchor Pérez Holguín, calificado con sobrados méritos como el máximo representante del barroco hispano--americano.  

Sus lienzos se hallan también en La Paz, Sucre, Buenos Aires, Santiago, Madrid y otros centros artísticos.  

Su producción fue grande y en cada una de sus pinturas se advierte su alta calidad artística. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La obra de Holguín  se puede seguir paso a paso hasta 1724  que firma  su última  serie de los evangelistas.  

Este renombrado pintor no salió de Potosí, aunque sus obras se hallan en el interior y exterior de Bolivia.  

Su estilo es admirado.  

He aquí una valoración: “Uno de los valores interesantes en el maestro potosino es la creación de un mundo pictórico peculiar. 
Era difícil en el siglo XVII, por una tradición cerrada y sobre todo por la copia de modelos, sacar productos personales. Pese a ello, Holguín ha logrado tipificar todos los personajes que traslada al lienzo. Sea por devoción imperante, o por gusto personal. La mayor parte de la obra de Holguín representa ascetas o místicos. El asceta de rostro duro en el que se acentúan entrecejos, orbital. maxilares, narices afiladas y sobredibujo de la red circulatoria. Los místicos, en cambio, de tez más suave apenas conservan el hundimiento orbital y una tenue palidez.  

"En el conjunto de la obra de Holguín lo que llama la atención es su composición y el achatamiento de su mundo y sus figuras. Es ese achatamiento. ese enanismo, a veces llevado hasta lo inverosímil, lo que le da fuerza a su pintura y a su afirmación plástica. No podía darse en otra parte del mundo esa estilización pictórica, sino precisamente en este territorio duro, rodeado de altas cumbres. donde soplan los vientos y donde la vida. se refugia en sus formas más elementales. El hombre se siente. aquí abrumado por la naturaleza, por su  hostilidad, por su magnitud y entonces se siente pequeño, se achica y se refugia en lo recóndito del espíritu. solo frente a Dios y a su tremenda magnificencia expresada en la creación".  

En lo que corresponde a la producción holquinesca se ha reconocido tres etapas.  

La primera se caracteriza. por los colores grises y los temas de frailes y ascetas; la segunda con grandes composiciones ya sean religiosas o acontecimientos civiles y la última donde domina en forma excepcional la luz y el color.  

La Casa de Moneda conserva la colección más grande de Melchor Pérez Holguín, calificado con sobrados méritos como el máximo representante del barroco hispano--americano.  

Sus lienzos se hallan también en La Paz, Sucre, Buenos Aires, Santiago, Madrid y otros centros artísticos.  

Su producción fue grande y en cada una de sus pinturas se advierte su alta calidad artística.